Incluso siendo los vecinos de Estados Unidos, de la misma manera en que ellos desconocen gran parte de nuestra cultura, nosotros de la misma manera hacia ellos. Tendemos a creer lo que los medios de comunicación nos dicen, generando una idea equivocada de lo que son nuestros vecinos.
Desde niños hemos visto reflejada la cultura estadounidense en las pantallas europeas. Empezamos observando las inmensas llanuras americanas que recorría el Coyote detrás del Correcaminos. Continuamos viendo como se distribuían las ciudades en Los Simpsons y la absoluta necesidad de usar un vehículo propio. Nos percatamos del autobús amarillo que Otto conducía y en el que todo niño quería subir, al menos, una vez en la vida; y de cómo cada uno de sus usuarios llevaba su snack en una bolsita hermética de plástico.
En Aquellos maravillosos años recorrimos la mítica y estandarizada calle alargada estadounidense cuyas casas tienen; un buzón decorativo a la entrada, y un garaje donde un coche es estacionado detrás de otro. Sin olvidarnos del jardín delantero y trasero, ¡con columpio incluido claro! Así, sin más elementos añadidos, son el 99% de los hogares estadounidenses.
Desde que comenzó mi travesía estadounidense corroboré mi idea de cultura americana. Mi primer American Day fue nada más y nada menos que la fiesta nacional 4 de julio, día de la independencia. Los americanos, además de alegrar el nocturno cielo con fuegos artificiales, en compañía de familiares y amigos festejan el día con un picnic en el parque. Ese día recorrimos Los Ángeles en un coche alquilado de grandes dimensiones (la experiencia de viajar en Pick up o ranchera aún estaba por llegar), pero con el que no teníamos problemas para aparcar debido a la longitud de las calles. Pisamos el Paseo de la Fama exhaustos a pesar de la banalidad del mismo. Dios, ¡Había sucumbido a la esfera hollywoodiense! Sin embargo, me bastó tan sólo un día para darme cuenta de que todos los escenarios mostrados por televisión iban a ser los únicos lugares a visitar. Había poco por descubrir en el país más explotado del mundo cinematográficamente. Eso sí, hay que decir que la noche finalizó observando los cientos de tracas lanzadas en Los Ángeles desde lo alto de una colina de Beverly Hills. Ese escenario sí es merecedor de elogios. (Imagen de NYC)
En cuanto al patriotismo exaltado que pensamos que sufren… sí, es cierto. Es muy habitual que en los hogares se cuelguen banderas del país sin motivo alguno. O que la gente lleve una imagen de la bandera como fondo de pantalla. A nosotros nos choca y hasta nos parece preocupante porque estamos malamente acostumbrados a otorgar a la bandera española connotaciones negativas.
Otro tópico de la sociedad americana es la fast food. Aunque ese tipo de comida siempre ha estado ahí, fue después del estreno del documental Super size me cuando estos restaurantes fueron duramente criticados. En EEUU hay cientos de cadenas de fast food abiertas 24 horas. Taco Bell, Chicken and filet, McDonalds, Burger King, Wendys… Son muchos los establecimientos que ofrecen este tipo de comida, y muy pocas las alternativas. En los supermercados ídem. Existen largos pasillos en Walmart con salsas para condimentar. Pasillos dedicados exclusivamente al desayuno americano: sirope, tortillas y bacon. Y sí, en EEUU ir a desayunar gofres – o cómo ellos dicen waffles- y huevos revueltos a una cafetería de carretera con un cartel luminoso describiendo OPEN, está a la orden del día. Series como The OC han mostrado esa instantánea en cada uno de sus capítulos. ¿Quién no ha recordado a Seth Coen y Summer desayunando juntos? ¿O a Ryan peleándose con alguien cuando aún no ha comenzado a digerir su sándwich?
Otro clásico es la insistencia en comprometerse y formar una familia tempranamente. Mientras en España esto ocurre pasados los largos 25, casi en la treintena, en EEUU antes de finalizar elCollege ya están comprometidos. Es normal que en torno a los 21 años hayan contraído matrimonio. Quizá sea porque a diferencia de nosotros, para ellos la graduación es un punto de inflexión y significa el paso a la madurez. Comienzan una vida nueva y totalmente independiente en la universidad. Igual de importante es su baile de graduación (recordemos películas comoGrease o Nunca me han besado) y la celebración de su mayoría de edad, y es que al otro lado del charco celebran con más énfasis el final de una etapa y el comienzo de otra.
No debo olvidar mencionar a los surferos y patinadores californianos que hemos visto durante décadas en series como California Dreams, The OC, Los Vigilantes de la Playa o en la película El Gran Miércoles. Si paseamos por playas como Venice Beach, Malibu Beach o Santa Mónica veremos a esos protagonistas tomando el sol.
Otro cliché que han mostrado series como Gossip Girl o El Diablo viste de Prada es el pedir un café take away. Todo neoyorquino pasea por la Gran Manzana con un café en la mano. Puede que algunos lo hagan debido a las prisas u otros porque es una costumbre interiorizada en EEUU. En cualquier caso toda extranjera que se pasee por una avenida con un vaso del Starbucks en la mano se siente como Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York.
La sensación es totalmente opuesta y la elegancia se queda a un lado cuando se trata de viajar en transporte público. Definitivamente EEUU es un país para trasladarse en vehículo propio. Exceptuando Nueva York, el servicio del transporte público es muy limitado por no decir nulo. Al igual que el cine nos muestra, el autobús es para gente sin recursos y recurrir a él puede ser conllevar toda una aventura. Tramos de 10 km son recorridos en 1 hora y media, ¡una auténtica odisea! Ahora entendemos porque por norma general desde los 16 años los adolescentes poseen su propio coche, y por qué ese afán por conseguir un taxi amarillo, ¿no?
Viajar y vivir por EEUU provoca una constante sensación de familiaridad. La gran mayoría de lo que observamos ya lo hemos visto o vivido a través de la gran pantalla, sin embargo es precisamente eso, ver a escala real un escenario cinematográfico, lo que hace que nos fascine.






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